El reloj circadiano es el temporizador interno que regula todos esos ritmos diarios y aunque tiene un componente genético importante, hay 3 aspectos que interactúan y le afectan a la hora de conseguir la perfecta sincronización:
La luz; Principal marcador del ritmo más importante, el ciclo de vigilia-sueño.
La comida; Qué comemos y cuándo comemos.
La actividad física; Cuándo y con qué frecuencia nos movemos. Cada órgano tiene su propio reloj, pero existe un reloj maestro, el NSQ (núcleo supraquiasmático) situado en el cerebro, se activa en función de la luz. El NSQ ajusta el resto de relojes de los diferentes órganos que con una buena sincronización, son garantía de salud.
La vida en la Tierra está adaptada a la rotación del planeta. Plantas, animales y seres humanos somos capaces de anticiparnos al día y la noche para ajustar nuestro ritmo biológico en consecuencia.
Esto no es nuevo. Ya hace más de 5000 años la Medicina Oriental y la Ayurvedalo tenían muy claro. En el siglo XVIII, el astrónomo Jean Jacques d’Ortous de Maira se dio cuenta de que ciertas plantas abrían sus hojas durante el día y las cerraban durante la noche. Se preguntó qué pasaría si la planta fuera colocada en oscuridad constante y descubrió que, independientemente de la luz del sol, las hojas seguían abriéndose y cerrándose cada 24 horas. Las plantas parecían tener su propio reloj biológico. No tardamos en darnos cuenta de que estas oscilaciones biológicas eran una característica común de la mayoría de organismos vivos, incluidos los animales.
La biología circadiana se ha convertido en un campo de investigación vasto y dinámico, con implicaciones para nuestra salud y bienestar. El reloj biológico influye incluso en cómo nos afectan y cómo se mueven los fármacos dentro del organismo. Ahora entendemos por qué volar hacia otros continentes provoca lo que llamamos jet lag , cuál es la mejor hora para tomar un café o por qué a veces nos cuesta irnos a la cama aunque tengamos que madrugar. El cuerpo humano tiene sus misterio.
Todos tenemos una noción intuitiva de lo que es el reloj biológico, ese cronómetro interno que adapta nuestra fisiología a las diferentes fases del día y hace que experimentemos trastornos como el jet lag cuando se produce un cambio temporal en nuestro entorno.
Pero ¿cómo funciona exactamente? Aunque suene a sabiduría popular, es pura química: de verdad existe un “reloj” en el organismo que regula con precisión funciones como el comportamiento, los niveles hormonales, el sueño, la temperatura corporal y el metabolismo.
También hay indicios de que un desajuste crónico entre nuestro estilo de vida y el ritmo dictado por ese reloj biológico acarrea un mayor riesgo de sufrir ciertas enfermedades.
Hoy sabemos que una gran parte de nuestros genes están regulados por ese mecanismo que llamamos reloj biológico. Muchas funciones de la fisiología han sido cuidadosamente calibradas a nivel celular por nuestro ritmo circadiano para adaptarse a las diferentes fases del día.
También sabemos que estos ciclos endógenos establecen una relación muy estable con los ciclos ambientales, y por eso pueden fallar si pasamos varios meses enterrados en una cueva, en oscuridad.
¿Sabías que los ritmos circadianos están presentes en todo el mundo viviente, desde los hongos hasta los humanos?
Todos los seres vivos, incluidas las bacterias diminutas, tienen un ciclo circadiano: un proceso biológico que dura cerca de 24 horas y marca el ritmo de nuestra existencia.
Pero, ¿sabes cuánto te afecta esto?
● Los ritmos circadianos han existido desde hace mucho tiempo. Se cree que las primeras células de la Tierra eran dañadas por los rayos ultravioleta y se adaptaron para repararse a sí mismas durante la noche.
● No solo los humanos tenemos reloj interno. Los científicos creen que cualquier forma de vida que obtiene energía de la luz solar tiene algún tipo de ritmo circadiano para sacar el mayor provecho de la luz y la oscuridad. Numerosos experimentos han demostrado que las hojas de la mimosa pudica, por ejemplo, se abren y se cierran en la oscuridad, siguiendo sus propios ritmos circadianos, en lugar del dictado por el Sol.
● Le proporcionan límites a la vida. Los ritmos circadianos permiten a los organismos anticipar eventos como la noche y el día, el invierno y el verano, y prepararse así para esos eventos.
Los ritmos circadianos permiten a los organismos anticipar eventos como la noche y el día, el invierno y el verano, y prepararse así para esos eventos.
● También tienes relojes periféricos. Todos tus órganos y tejidos corporales tienen relojes adicionales que están sincronizados con el reloj maestro en tu cerebro.
● Y tienes relojes en cada célula. Cada célula de tu cuerpo tiene la capacidad de generar una oscilación de 24 horas.
● Ritmos circanuales. A medida que las noches crecen y el sueño se alarga, los cerebros liberan más melatonina, la hormona que regula el sueño y la vigilia. Muchos animales, como los ciervos, responden a esto preparándose para aparearse o hibernar. Se piensa que los humanos producen más anticuerpos en invierno para combatir
las enfermedades.
● La luz del día te mantiene regular. Hay sensores en tus ojos que detectan luz y envían señales a la parte de tu cerebro que mantiene sincronizados los relojes de tu cuerpo.
● ¿Hora de acostarse? Tu reloj biológico te dice que es el momento adecuado para hacerlo. Jet lag.
Te sientes con jet lag cuando el reloj maestro de tu cuerpo está en un momento dado y otras partes de tu cuerpo, como el hígado, el intestino, el cerebro y los músculos, están en momentos diferentes. Para que todos se sincronicen, es necesario un día por cada zona horaria que hayas cruzado.
● Jet lag social. Los trabajadores que trabajan por turnos y otros que tienen un desajuste entre su tiempo biológico y social pueden experimentar algo que es conocido como «jet lag social». Esto significa que existe una diferencia entre la hora en que su cuerpo quiere despertarse y la hora en que suena el despertador. Los estudios sugieren que existe una correlación entre esto y un mayor riesgo de sufrir depresión, obesidad, enfermedad cardíaca, diabetes y cáncer.
Sabiendo la existencia de este código circadiano, cómo funciona y qué lo activa, se trata de sacarle el máximo partido: ajustar las actividades a los momentos óptimos del día más en sintonía con nuestro reloj, comer cuando metabolizamos de forma más eficiente el alimento, estar activos cuando el cerebro y el cuerpo están al máximo rendimiento y descansar lo suficiente para poder repetirlo al día siguiente.
Veamos qué podemos hacer en concreto para mejorar:
Aquí les dejo algunas sugerencias;
- Tratar de ser constantes y despertarse cada día a la misma hora
- Despertarse el fin de semana dos horas después es señal de no dormir bien durante la semana.
- Por la mañana exponte a la luz natural en cuanto puedas, sal a la calle, aunque sea 10 minutos y exponte al sol.
- Por la noche evita en la medida de lo posible las luces fuertes. Evitar dispositivos con luz azul en la habitación (tv, ordenador, móviles…).
- Evitar el ruido exterior o bloquearlo con otro ruido que nos resulte tranquilizador y relajante, uso de tapones.
- La meditación o el control de la respiración favorecen nuestro sistema parasimpático.
- El cuerpo tiene que enfriarse durante la noche para dormir: Procura que la temperatura del dormitorio esté fresca, por debajo de 23ºC.
- Cenar liviano, preferiblemente vegetales, ensaladas, infusiones.
Pensamos que nuestro cuerpo lo aguanta todo, pero vamos acumulando pequeñas cosas que pueden llegar a quitarnos la salud.
La buena noticia es que con pequeños cambios podemos mejorar un montón nuestro estado.
Isabel Bosque
Odontólogo Bioenergético y Terapeuta Holístico e Integrativo.
Acupuntura, homeopatía, homotoxicología, flores de Bach, terapia neural, reiki y registros akashicos. Más sobre mí…