A lo largo de la vida, nos perdemos muchas veces con respecto al significado de la palabra “Amor”. En ocasiones, creemos que es un término mágico, místico y difícil de encontrar que se genera únicamente en nuestro entorno, y nada más alejado de la realidad. El Amor verdadero es ese que entra por casa, por nuestra casa interna, por ese Templo que habita en nosotros mismos, aunque a veces sus paredes pasen inadvertidas.
Durante la evolución de nuestra Alma, ese Amor se va volviendo un gran maestro, a través del dolor, de la alegría, de la tristeza, de la felicidad, del anhelo, de la llegada, del miedo, de la fe. Experimentamos los aprendizajes dentro de nosotros, y también a través de muchos rostros y cuerpos, porque no importa quién sea el mensajero, lo que importa es que llegue el mensaje.
En ese ínterin, nos podemos perder, confundir, colocar nuestra autoestima, seguridad y valía afuera, cuando está adentro, de hecho siempre lo ha estado. Si cedemos nuestra voz a otras personas, a lo que piensen, a lo que crean, a lo que hagan, ese Amor por nosotros, poco a poco se irá difuminando, así no estemos conscientes de ello. De allí la importancia de percatarnos de que somos el principal tesoro que nos ha sido encomendado para cuidar, y nadie nos dará lo que no nos demos primero. La independencia verdadera empieza por ti. El respeto empieza por ti. El trabajo interno y externo empieza por ti. El crecimiento empieza por ti, porque sólo tú eres el cambio que puedes ver en el mundo, ya que tienes la responsabilidad directa sobre eso.
Damos lo que somos y recibimos lo que damos, de allí la importancia de reconocer, cuidar, sanar y alimentar cada día ese Amor propio. Es la única vía que existe para ser felices, plenos, completos, realizados, y de ofrecer eso mismo a cada persona, situación y cosa con la que nos topemos en el camino.
El planeta necesita que seamos seres de luz, que dan lo mejor de sí, que se mejoran, que se transforman, que evolucionan cada momento y que están abiertos al cambio, porque saben a ciencia cierta que esa es su misión: La de iluminar, la de brillar, la de Amar a través de la sacralidad de su propio ser.
Desde ese instante mágico en que comenzamos a vernos como seres especiales, únicos, que merecen lo mejor, todo el Universo comienza a conspirar a nuestro favor, porque la Divinidad cubre las espaldas de aquel que sabe hacia dónde va con toda su Alma, su corazón, su mente, su espíritu, sus emociones.
Por eso trabaja en ti cada segundo de tu existencia, nunca es tarde para comenzar, aumenta tu autoestima, busca ser independiente para que tus decisiones no las tome otro, completa tu misión de vida, respétate, cuídate, cambia, vive, haz lo que te hace feliz, aprende a pensar y sentir positivamente, busca ver lo bueno en todo y en todos, sé amable, sé noble, sé servicial, ofrece lo bueno que tienes al mundo, él lo necesita. Despliega tus alas, cuestiona tus creencias y patrones, transfórmate, abre tu mente a lo nuevo, equilibra tu bienestar, conviértete en tu mejor amigo, en tu mejor compañía, y verás los Milagros obrar. Todo lo demás llegará por añadidura, porque habrás cumplido tu parte.
Recuerda quién eres, alguien consciente, despierto, grande, merecedor, amado, abundante, sólo debes reconectarte con tu verdadera esencia, esa parte de ti que está tejida por los hilos eternos del Amor. Él está allí, nunca se ha ido, siempre te ha esperado. Sé que puedes hacerlo, sé que lo harás…Yo confío en ti…
Que el Amor desde tu propio origen, te abrace hoy, mañana y cada día de tu existencia.
Con Amor infinito…